Racing for equality

Estamos en 2021 y la vigilancia de los cuerpos de las mujeres es una práctica que continúa prosperando. En los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, quedó claro que, incluso a los ojos del público y del mundo, seguimos sin dejar atrás los dobles raseros sexistas y las medidas racistas.

Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 se presentaron con orgullo al público como los primeros "Juegos Olímpicos con igualdad de género". El argumento era que habría casi la misma cantidad de atletas masculinos y femeninos y un calendario deportivo que daría la misma cantidad de visibilidad a los eventos masculinos y femeninos durante las horas de máxima audiencia. El Comité Olímpico Internacional (COI) incluso llegó a decir que los Juegos de este año constituyen un "hito en la igualdad de género". Oh, cuánto deseamos que esto fuera cierto.

Desde la sexualización y el control de los niveles de testosterona hasta la multa al equipo femenino de balonmano de playa de Noruega porque sus pantalones cortos eran demasiado largos, la discriminación sigue estando omnipresente en el mundo del deporte.

Doble rasero

El equipo femenino noruego de balonmano de playa no solo recibió una multa de 1500 € porque sus pantalones cortos eran demasiado largos, sino que, antes de los juegos de 2020, un oficial le dijo a la paralímpica británica Oliva Breen que sus pantalones cortos eran demasiado cortos. La atleta paralímpica confirmó que sus calzoncillos estaban dentro del código de vestimenta establecido por los Juegos Olímpicos, que permite a los atletas de su departamento usar ropa patrocinada (los calzoncillos), siempre que también usen un chaleco o un uniforme nacional. Sus atuendos no pueden ser "objetables o transparentes".

Y aunque el balonmano no fue parte de los Juegos Olímpicos de Tokio 2021, este incidente sigue siendo un claro recordatorio del flagrante doble rasero sexista que enfrentan los atletas todos los días.

Ideas sexistas también plagaron las regulaciones del COI sobre la testosterona. Las estrellas de atletismo de Namibia, Christine Mboma y Beatrice Masilingi, estaban en la vía rápida para ganar medallas olímpicas, pero su rápido ascenso se detuvo aún más rápido. Los adolescentes fueron excluidos de los Juegos Olímpicos de Tokio con el argumento de que sus niveles de testosterona son demasiado altos. Esta noticia fue un shock para ambas, ya que nunca antes se habían hecho pruebas y no tenían motivos para creer que sus hormonas naturales no estaban en el nivel "normal" que se espera de las atletas.

Un doble rasero perfecto: el mundo elogia a Michael Phelps por sus ventajas genéticas naturales; sin embargo, la línea se dibuja cuando se trata de una ventaja de testosterona natural para las atletas femeninas.

No son solo los Juegos Olímpicos

La estrella del atletismo estadounidense Alex Felix anunció su embarazo a su patrocinador Nike en 2018. ¿Su respuesta? Cortaron su contrato en un 70 % y no le proporcionaron ningún seguro si no podía volver a su nivel/capacidad atlética anterior al parto.

Para los atletas, perder patrocinadores no es solo perder los medios económicos para entrenar. Es, sobre todo, decirle al atleta que ya no es lo suficientemente impresionante como para financiarse. Perder patrocinadores, en cierto sentido, es una forma de empujar suavemente a los atletas hacia la jubilación.

¿La respuesta de Alex? Creó su propia marca Saysh, usó zapatos Saysh a medida en su carrera olímpica y ganó su undécima medalla olímpica en sus quintos Juegos Olímpicos en Tokio.

Después de una intensa protesta pública por este acto explícito de discriminación, Nike y varias otras compañías de ropa deportiva agregaron protección de maternidad para sus atletas patrocinados. Solo podemos esperar que este pequeño acto de progreso genere un efecto dominó y el mundo del deporte despierte, abra los ojos y se dé cuenta de que hay mucho más progreso por hacer.

Tenemos mucho camino por recorrer

Este artículo solo cubrió una pequeña fracción de lo que realmente es un problema global. Los Juegos Olímpicos de 2020 se retransmitieron en todo el mundo y sirvieron como la plataforma perfecta para que las mujeres lucharan contra la discriminación y hicieran oír su voz. Desafortunadamente, incidentes como estos están sucediendo en todas partes, todos los días, y carecen de una plataforma pública, a menudo pasan desapercibidos y definitivamente no obligan a empresas como Nike a modificar sus políticas.

Es 2021, no el siglo XVIII. A las mujeres no se les debe decir lo que pueden y no pueden usar. No deben ser discriminadas por estar embarazadas. Y ciertamente no se debe esperar que cumplan con las reglas que se han establecido únicamente para ellas y no para los hombres.

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